Por Jorge Rulli
Ningún militante de la causa nacional deberÃa desconocer este momento de viraje en la historia de la humanidad, cuando los Estados Unidos, que habÃan ganado la segunda guerra mundial, le proponen al mundo en 1949, a través de su presidente H. Truman, un camino lineal a su imagen y semejanza.
Ese modelo de vida, inspirado en los sectores medios altos norteamericanos, dejó al grueso de los paÃses en el llamado "subdesarrollo" y condenó definitivamente toda posibilidad de caminos y formatos diversos alternativos o propios a la cultura de cada pueblo. La regla, desde entonces, la impondrÃan los Estados Unidos y poco a poco todos los paÃses se plegarÃan a un único camino en que lo deseable serÃa el estilo americano de vida- el "american way of life". Un verdadero horrror global al que cedió hasta su colapso la antigua URSS y actualmente también la China comunista. Pensemos nosotros en la Argentina del año 1949, en medio de su revolución nacional, resistiendo los embates o las presiones del nuevo "desarrollismo" y sepamos que esa modernidad periférica que se nos proponÃa, nos llegó con Arturo Frondizi y con el partido Comunista que en aquella época controlaba el diario ClarÃn. El punto de bisagra entre aquellas polÃticas modernizantes y un Peronismo rebelde y contestatario fue John William Cooke y su propuesta de respaldo a la candidatura de Arturo Frondizi. Hoy, aquel presidente marxista que se sumó ardorosamente a la modernidad periférica y al desarrollismo, no sólo tiene su retrato en el despacho de Mauricio Macri, sino que también goza su recuerdo de las simpatÃas de prácticamente todos los grupos del archipiélago peronista. En verdad, un espanto ideológico.
Por eso recomendamos esta lectura para comprender el modo en que se impuso planetariamente un sólo modelo de vida que nuestros lÃderes terminaron aceptando por izquierda o por derecha. Desafiar esta mirada e impugnar este paradigma requiere hoy el volver a ser un revolucionario.
Jorge E. Rulli, 29 de julio de 2018