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El debate completo: Jorge Rulli-Horacio González.

Actualizado: 16 oct 2018

RESURGIR reproduce completo el debate entre Jorge Rulli y el ex director de la Biblioteca Nacional, indicando fecha y lugar de publicación de cada una de las cartas que componen este intercambio. Creemos que la lectura del supertexto que se articula entre ellas (más que la parcializada y realizada en diferentes contextos mediáticos) es fundamental para entender los alcances de la discusión planteada.


Carta 1. Jorge Rulli a Horacio González. Publicada originalmente en el sitio web "Trinchera por la Liberación Nacional" el 3 de octubre de 2018 (y luego republicada en forma parcial en el diario Infobae el 9 de octubre).

Horacio: Te cuento que hace un mes estuvo Alcira en casa, y como debo ser un romántico y alguien que persiste en creer en las personas, le pregunté si sabía de vos y le propuse llamarte para ayudarte a sobrellevar la vergüenza del tráfico de bolsos, que excediendo todas las críticas que algunos de nosotros tuviéramos al kirchnerismo, ponía en evidencia definitivamente, que Nestor y Cristina no eran sino una banda semejante a la que ocupara en la serie española "La casa de papel". Me preguntaba entonces con ingenuidad cómo estarías pasando estas noticias, no ya la de los cuadernos, sino de los casi cincuenta arrepentidos, todos entrañables e íntimos al matrimonio presidencial y a los que poco menos "hay que pegarles" para que dejen de recordar innumerables "fechorías" del gobierno que tanto defendieras. Lamentablemente ahora me llega tu respuesta, nos llega y nos impacta a todos. Es realmente vomitiva. Siento repugnancia y asco cuando intento leerlos, y reconozco que no puedo ir más allá de la síntesis que hace el periodismo. El kirchnerismo nunca fue peronismo, fueron en todo caso los sepultureros del peronismo. Los que luego de desquiciar al Movimiento en los años 70, fueron escarmentados por la represión y devinieron en bandidos que por odio traicionaron a su propio pueblo y lo condujeron a la miseria y al sometimiento. Porque eso fueron los doce años del kirchnerismo. Apagaron los fuegos del 2002 y lograron sacar al pueblo de las calles. Pero no solo eso: volvieron de las cárceles y del exilio, acaso también de las zonas mas oscuras del menemismo o de los sótanos de los Servicios, para implementar un plan horrendo de envilecimiento social y de modificación definitiva del curso de la historia. Nunca fueron peronistas. Porque el peronismo era la rebeldía, y en esas luchas por la autonomía de los pueblos y por la patria, la militancia era un sacerdocio. Ustedes fueron apenas progresistas, modernizantes tardíos que fragmentaron los tiempos histórico del peronismo, tergiversaron su historia e hicieron que se extraviara el sentido revolucionario que teníamos. Ustedes fueron el residuo de la Revolución Cubana fracasada, los que no se atrevieron a subir al monte con el Che y prefirieron convertirlo en camiseta. Son los que en un momento se pasaron de boca en boca la consigna de que la Revolución pasaba por el peronismo y se sumaron, pero se sumaron a conducir, porque los persuadieron de que éramos "un gigante descerebrado". Lo asesinaron a Rucci, porque ese tano leal a su clase y medio facho les cuestionaba el marxismo que les permitía intentar ser la conducción del proletariado, pese a que no eran más que unos intelectuales pequeño burgueses, aunque enfierrados. Cuando lo putearon a Perón en la plaza, estaban convencidos que el hecho maldito de la Argentina burguesa era el peronismo, y que ese viejo choto, no hacía mas que equivocarse. En realidad, fueron ustedes quienes no dejaron de equivocarse una y otra vez, hasta el presente en que le armaron "el relato" a los que ocuparon la Casa de papel. Mientras ellos robaban al Estado y al pueblo, ustedes construían simulaciones y discursos incansablemente. Nada de esto habría sido tan grave, si no tuviésemos el gobierno que tenemos, gracias a que ustedes prepararon el terreno y a que la gente votó a Mauricio por espanto a lo que ustedes expresaban, pero no es solo eso. En la crisis del campo que vos interpretaste en largos y sesudos estudios, seguramente basándote en aquella tremenda experiencia que viviste aquella tarde de finales de los 80 en la huerta de mi casa cuando te insolaste. Una enorme experiencia rural la tuya. Lástima que no comprendiste que lo que habían provocado era un cambio definitivo en la oligarquía. Algo similar de cuando pasamos de la oligarquía mitrista del puerto de Buenos aires a las oligarquías del interior con Roca y el reparto de las tierras con que la indiada y los intereses de Inglaterra desde el Pacífico hacían inviable la posibilidad del Estado Nación en la Argentina. Ahora pasó lo mismo. Gracias a la soja y al modelo de los agronegocios, que tanto Nestor como Cristina llevaron al paroxismo en su ambición de manejar cada vez mayores masas de dinero. La vieja clase patricia, y por supuesto, gorila, esa mesita de enlace que conducía un tambero de lengua afilada, fue desbordada por el nuevo poder rural de origen judío. Pasamos del patrón terrateniente al empresario transnacional, y esa nueva clase, los Midlin, los Elsztain, los Werthein, los Sigman y los Grobocopatel, fueron leales a Cristina mientras les convino. Luego la dejaron caer, como a una naranja chupada y estuvieron todos en el Colón, con Mauricio Macri, que, en realidad, era Machir. Ustedes son los absolutos responsables de haber conducido al país a esta situación abominable en la que estamos, y si tuvieran un poquito de vergüenza se callarían y tratarían de pasar inadvertidos... pero como son unos caraduras recalcitrantes, han decidido continuar encubriendo con sus discursos letales los innumerables robos de los Kirchner y sus atrocidades sociales.

Lo primero refiere a que persisten con el simulacro y los relatos; lo segundo, aquello de las atrocidades, merece una aclaración. Ustedes alguna vez empujaron al peronismo, al descalabro en nombre del socialismo. Ahora, luego de doce años de gobierno, dejaron casi un treinta por ciento de pobreza. Lo peor es que estoy convencido que no fue mera incapacidad, que no fue el no poder resolver el problema social, no fue impericia o falta de recursos. Estoy convencido que fue un plan infinitamente perverso, un plan de sometimiento a las propias políticas de los sectores mas empobrecidos y vulnerables. El plan lo urdió Nestor con Tumini, con los Servicios y con Pérsico, principalmente con Berni, y quedó a cargo de su hermana Alicia. No fue solo asistencialismo al estilo del Banco Mundial. Fue mucho mas allá, fue trata y cautiverio de millones de personas mediante dependencias que se construyeron a lo largo de muchos años. Fue el fruto final de la contrainsurgencia a la que la mesa chica del Chueco Mazzón, denominó ingeniería social. La domesticación masiva de los sectores recientemente conurbanizados por la sojización, implicó un enorme compromiso de las izquierdas que pusieron su marxismo residual a favor de la manipulación, del desclasamiento y de la pérdida de toda trascendencia en los sectores que llamaron de pobreza estructural. Persuadidos estos últimos que eran desechables aceptaron para poder comer, como si fueran víctimas de la trata, ser la masa de maniobras de todos ustedes, ex montoneros y progresistas. Durante años se los domesticó mediante la manipulación y las prebendas. Firmaban por el cien de los subsidios y recibían el cuarenta, y ello se repitió miles de veces, pero además de ese cuarenta apenas llegaban a las cooperativas y a las ongs unas monedas, el resto iba para los líderes piqueteros, para las mesas políticas y para los que sacados del paco y del tráfico de drogas ejercían la vanguardia y la custodia en los cortes de rutas. Hoy la izquierda da garantías al gobierno de que no habrá desbordes mientras pasan listados de los que se movilizan y recibirán su plan, el bolso o el acceso al merendero. La Alicia Kirchner de Mauricio se llama Stanley y tiene la bendición de la iglesia y de la sinagoga. Los presupuestos sociales han crecido y gracias a ustedes el peronismo replicó la revolución congelada de México y se transformó en un nuevo PRI. Nuestros miles de muertos se revuelcan en sus tumbas, pero el sistema sabe que gracias a la grieta y al binomio entre ustedes y Cambiemos, no hay revolución posible en la Argentina ni trastocamiento ni tampoco algarada que no provenga de las crisis financieras o las corridas por el valor del dólar. Ustedes tienen cautiva a un 25 por ciento de la población mediante el hambre y el sometimiento gradual a las organizaciones llamadas sociales. Cambiemos ha logrado lo mismo, aunque de otra manera en los sectores medios. Más de la mitad de la población está enrolada en esta pequeña grieta que ustedes alimentan y las radios que siguen hablando del escándalo producido por una fotocopias... también aquellas que no lo hacen sino por la alza y la baja de las cotizaciones del poroto en el mercado de Chicago y que recomiendan nuevos inoculantes y fertilizantes. Son la cara y seca de una misma moneda. Con esa moneda se paga la traición a la patria, el olvido de Malvinas, la desnaturalización de lo que fue el peronismo, el endeudamiento externo, y el extravío de todo sentido nacional. Ustedes refieren a la dictadura judicial y a las moralinas y no puedo dejar de recordar otras épocas, en que hablando de lo mismo eran revolucionarios, sectarios y excluyentes. "Cuanto peor, mejor" afirmaban, y apostaban al golpe militar que pondría las cosas en claro y al pueblo confundido detrás de su vanguardia natural armada, por supuesto. Los tiempos han cambiado, Horacio, hoy el marxismo de China conduce Davos y nos coloniza a cambio de los piensos que exportamos. Vos ya no sos el director de la biblioteca y perdiste la oportunidad de quemarla, como se quemó el museo nacional de Brasil, como consecuencia natural del abandono y del menosprecio a la propia cultura, cuando impera el modelo de la sojización compulsiva y la devastación ecológica. Te recuerdo que alguna vez me dedicaste un libro en que me expresabas que yo, tu amigo, sería una especie de nuevo Sorel. Me pregunto con dolor si es posible recuperar algo de aquellos tiempos de magia y de poesía y me temo que todo no sea más que mero pasado irrecuperable, aunque he tratado de ser leal a la mirada que sobre mí tenías. Por todo lo demás, creeme que lo siento, en especial, porque he perdido las esperanzas de que pudieras recuperar una cierta cordura moral y de sentido nacional.



Carta 2. Respuesta de Horacio González a Jorge Rulli. Publicada originalmente en el sitio de web de Horacio Verbitsky, "El cohete a la luna", el día 13 de octubre de 2018, bajo el título "EL ANACORETA PERDIDO. La sutil respuesta de Horacio González al brutal ataque de Jorge Rulli".


Por más que existe una exigencia moral de responder, lo hago con pena. Al cuestionamiento de Jorge Rulli del conjunto de la experiencia kirchnerista, por todos los recodos posibles de su compleja significación, no lo haré entrar en la historia de las cartas infamantes —puesto que lo son en cuanto a mí se dirige—, sino en la historia de los juicios más deplorables sobre la historia argentina contemporánea. Y esta sí es una historia que comprende a cientos de miles de personas, un conjunto heterogéneo de varias generaciones de militantes que tienen derecho a un debate que sepa expulsar menos las pasiones que las deliberadas falacias. En el escrito de Rulli abundan, mejor dicho lo constituyen. Pasaré por alto a las que mí se refieren, incluyendo las aviesas humoradas. En cambio quiero señalar de qué modo ha escrito un dictamen de ínfulas sacerdotales que forzando situaciones y tergiversando los siempre opacos hechos de la realidad, intenta lanzar un rayo fulminante sobre unas experiencias colectivas con todo lo que ellas tienen de humano, demasiado humano. Es decir, imaginativas, angustiantes y falibles. Pero Rulli no, él es puro, su pureza reluce tanto más cuanto más se acerca a los personajes más ensombrecidos por el lenguaje de las fuerzas de choque de las derechas argentinas. De la actualidad estoy hablando.

Pero debo aclarar mejor a que me refiero, pues Rulli fue un ejemplo de la militancia peronista a pocos días de la caída de Perón en 1955, y las numerosas imágenes que de él recuerdo son las de un ídolo sufriente, a veces envuelto en un gran poncho profético, dirigiendo una porción de la juventud hacia un gran augurio. Torturado muy tempranamente, como anticipo de lo tanto peor que vendría después, desde su cuerpo herido supo emplear su reconocida capacidad narrativa para fijar e ilustrar a los militantes de esos años ’60 recién comenzados, qué es la resistencia, qué es el torturado, quién es el torturador y qué busca en las entrañas de un sujeto.

Ha pasado mucho tiempo. La historia nacional ha sumado muchas más capas sedimentadas de víctimas y victimarios, con sus relatos correspondientes, tanto jurídicos como existenciales. Son sucesivas adiciones que Rulli hace tiempo rechaza o por lo menos le disgusta reconocer, pues admite solo una clase de tormento. El que él ha sufrido. Para desprestigiar a todo lo que no se le parezca a su propia peripecia humana. A todo lo que tenga con la vida en general una relación abierta y sometida al libre escrutinio de los contemporáneos, los que van incorporando su ser desde la nada. Los que enfilan tras los que ya estaban con el corazón repleto de obligaciones, procurando un patriarca o un numen fundador. Vale la pena correr tras quienes indican el camino pero evitando el culto al “primer hombre”. No, este no existe, y quizás en la historia del peronismo, si me permito decirlo, todo lo que perdura es porque los que estamos en discusión somos los “últimos hombres”. Los que no esperamos la llegada del superhombre.

Apenas nos permitimos acompañar y aceptar los nombres nuevos de una experiencia que, en primer lugar, molestó a las antiguas clases poseedoras y hereditarias de la imaginaria alcurnia clasista del país, incluidos sus grandes medios de comunicación, los que venían de antaño, como los nuevos que eran hijos de las mutaciones tecnológicas en las comunicaciones, y de su consiguiente conversión en corporaciones que orientaron el derrotero de la conciencia colectiva. Estos aparatos tecnológico-políticos actúan unidos a un procedimiento judicial que horada viejas formas de la justicia, que aun si eran imperfectas no habían sido capturadas todavía por las mismas técnicas de control de audiencias de los grandes emporios de la comunicación. Ahora están en plena acción no solo para destruir la memoria del kirchnerismo —a veces colocando, con riesgo de deformar la historia, un peronismo puro como contrapartida—, sino para desmontar toda la memoria de una época.

Ante el escrito de Rulli, si mi ánimo logra expulsar de mí las respuestas más enfáticas, solo recomendaría el extremo cuidado que es necesario para no ser tomados y masacrados por estas trituradoras de la historia y el lenguaje. Su asombroso encono ya que no su historia, lo lleva a adecuarse a esas máquinas de vulnerar aquello que él mismo alguna vez fue. Muchos han aceptado todo esto por la comodidad que provee, a condición de expurgar todo indicio de que los dramas de la historia anterior nos siguen dirigiendo algunas preguntas al parecer tímidas, pero decisivas. Es difícil evitarlas, pero si alguien las carga para siempre en su memoria, es aconsejable expulsar una rabia extemporánea, pero grabada en mármol. Rulli, ignoro por qué razones, se sitúa con su teoría de la vida beatificada por su propio autoenjuiciamiento envanecido, a quedar ante ese abismo. Como criatura de esos poderes terribles que en algún momento dijo querer remplazar por una forma de vida justa.

No hay ningún plan de destruir el peronismo con el marxismo que tanto lo asusta (justificación antigua de todo macartista) ni un juego de pinzas (vieja expresión de las derechas que fingen ser de centro) para desmerecer las luchas del peronismo. A las vicisitudes cambiantes de aquellas luchas internas y su cuota de violencia, se les debe entregar un juicio meditado, antes que la furia de los que pretenden cultivar una piedra filosofal de epifanía mancillada por los advenedizos. Nunca fue así porque ninguna historia es así. A Rulli lo ayudan ahora los grandes medios, los jueces mediáticos y las formas más agrias que adquiere la política mundial, y hace un enlace escolar entre violentos del pasado que amenazan su pureza —que el numen extiende a todo el peronismo—, con la supuesta violencia de ahora, llamada corrupción. El anacoreta lee todos los diarios y ve todos los programas de televisión. Piensa igual que ellos.

No, Jorge —permitime que cambie ahora al tono personal—, no es así. Nada es así. Las unidades vitales que vos ves graníticamente unidas en un foco luminoso único, son en verdad los enlutados alientos que nos vienen de todos lados. Son limaduras de todo tipo. Con ellas intentamos amasar una vida nueva. Tu pureza de pedestal condenatoria hacia miles y miles de personas, está hecha con la masilla de tu contradicción incomprendida y la vida turbada. Nada menos aconsejable que considerarse, ante tribunales que nadie debería integrar, enjuiciadores de los que creés que vilipendiaron un paraíso perdido, nunca realmente existente. Un pasado, si es de carácter fundador, vuelve, pero lo hace siempre con sus ilustres detritus. No precisa custodios del santuario. Y más cuando en esa zona que parece prometer salvación, pululan los personajes más aviesos de las nuevas derechas argentinas, sea cual sea el nombre que se pongan como revestimiento. Están a tu lado.

Hacés acusaciones sin pruebas. En esto hay pedagogos de época que confirman con vehemencia esta aciaga actitud de la que bien has aprendido. Y omitís la riqueza desencajada de toda historia en nombre de una obcecación unívoca. Nada tendría que observar a esto. Consta nuestro conocimiento mutuo. Atacar sin motivos, gozar con la gratuidad del escarnio creyéndome un justiciero. No lo hice antes, no lo haré ahora. Pero las formas de juicio basadas en el resentimiento —la gran fuerza motora que suele vestirse con el velo del monje o del juez— te llevan a desmerecer una historia que tiene de válido no solo sus hechos que están a la vista, sino algo más importante, aquello que ya la dispone a dar cuenta de sus convicciones y sus errores. Unos tan acentuados como los otros. Somos muchos los que estamos debatiendo en estos términos. No corresponde entonces tu sumario dictamen amparado por unas guillotinas construidas en la puerta de cada una de las estaciones comunicacionales ante las que no tenés el cuidado de abstenerte de entrar.

Lamenté verte pronunciar el catálogo ilustrado de las palabrejas del fiscal, de un modo muy diferente a cómo se inició tu militancia. A los que te festejan, nada les importa que tengas una posición competente y valerosa ante la sojización del país, a la que le ves culpables metafísicos, privándote de historizar un grave problema. Pero lo que más les interesa de vos es que pronuncies la palabra que resuena en las paredes del templo haciendo temblar a los ansiosos de redención. El salmo, la palabra corrupción. Para deleite de los inquisidores. Pero los que la festejan miden su socarronería, quizás para que no te des cuenta qué contentos están cuando vos hablás. Las más turbias derechas argentinas se frotan las manos, las injurias más antiguas ya las dicen otros por ellos.



Carta 3. Respuesta de Jorge Rulli a Horacio González. Publicada originalmente en el sitio web "Trinchera por la Liberación Nacional" el 15 de octubre de 2018.


Horacio González: has respondido a mi carta abierta, en la que te recordaba nuestra amistad y hasta mencionaba un intento de reconfortarte ante lo que suponía podía ser para vos el desmoronamiento de todas tus expectativas políticas. Me equivoqué. Evidentemente estás abroquelado a tu propio relato. Te negás a un debate de ideas y me reducís a una especie de fiscal moral o anacoreta fijado a sus antiguos sufrimientos y a la pureza originaria de un proceso al que la historia jamás regresaría. La imagen es dolorosa pero entrañable, lástima que me deja sin voz y sin lugar en el mundo. Tu profunda comprensión de la política, en cambio, te permitiría justificar el innumerable trafico de bolsos con euros, así como el sometimiento y la domesticación de la pobreza mediante el asistencialismo, los merenderos y las simulaciones. Lo siento, Horacio, me he esforzado durante años por comprender las derivas que conducen de la toma del poder para el socialismo y las contraofensivas, a ser reconocidos institucionalmente por el sistema y negociar crecientes presupuestos con Mauricio y con Stanley, y no lo he conseguido. No quiero ser fiscal y menos de antiguos compañeros, pero es verdad que en cierta medida ustedes me han colocado en una situación sumamente incomoda. Porque si las estrategias que proponen llevarían a Bolsonaro, como en el caso de Brasil, ocurre que durante años les vine anticipando que ustedes eran aprendices de brujo y que esa doctrina de "cuanto peor mejor" conducía a la catástrofe como con Scioli, con Maduro o con Hadad. ¿Qué puedo decir ahora que no me coloque en el lugar terrible de las anticipaciones y, peor todavía, frente al juicio excluyente de los que parecieran hacerme cargo del Macri que ellos mismos produjeron? ¿Cómo no recoger algunos de los antiguos mitos fundacionales que en lenguaje equívoco llamas "de las derechas", cuando ustedes nos emborracharon de relatos progresistas y derechohumanistas hasta el cansancio y el hartazgo? Era previsible que el péndulo volviera desde el exceso de detritus que reconocés, a recoger los pedazos o acaso los sueños antiguos fundacionales para una nueva esperanza. Supongo que eso soy, aunque no solo eso y te agradezco la respuesta que seguramente en los años del éxito no habrías tenido conmigo, ya que fui un proscrito, y aunque no lo reconozcas, me temo que lo sigo siendo. Te equivocás cuando te enredas en esa retorica casi perversa según la cual la nueva oligarquía a la que ustedes abrieron paso disfrutaría de mis críticas pero me agrada que reconozcas al menos la sojización de la Argentina que el kirchnerismo impulsó hasta el desespero del plan estratégico agroalimentario. Te aseguro que no me respalda la Fundación Rockefeller ni la fundación Ford, ni tampoco la multinacional de porteros. Trinchera es casi la tiza y el carbón y lo de Infobae, fue una situación extraña y casi sorpresiva, que más tuvo que ver con los conflictos de amigos entrañables a los que el kircherismo desgarró en parcialidades, que con un interés empresarial. Te equivocas también en que leo todos los diarios. Hace un largo tiempo que estoy casi ciego y no puedo leer diarios ni libros. No obstante, creo que veo cosas que no puedes ver, y me refiero a los procesos, los modelos y los paradigmas de una sociedad globalizada que marcha a la deriva y que ha sacrificado sus tradiciones a nombre de una modernidad tardía y colonial. Este debate era el que hubiese deseado tener, mas que el ser analizado desde la perspectiva sabionda de una junta médica que me declara discapacitado por razones históricas y desde la perspectiva trajinada de que la Revolución se devora a sus propios hijos. Vuelvo, casi sobre el final, a Bolsonaro: para expresarte mi convicción de que las torpezas políticas hoy suelen ser el fruto de la obstinación a la vez que la incomprensión del mundo globalizado. No imagino otra manera de enfrentar estos desastres previsibles, sino con diálogos, con debates y con transparencia de las conductas políticas. Y te saludo pese a todo, con los mismos sueños libertarios de siempre.


Jorge E. Rulli, el anacoreta perdido.








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